Golpeando el Yunque

«Algún día el yunque, cansado de ser yunque, pasará a ser martillo»

Golpeando el Yunque

Estados Unidos (su lado agusanado) censura su propia historia

                        Jorge Majfud

 La revisión de la historia desde una perspectiva crítica del racismo (“critical race theory”), el esclavismo en nombre de la libertad y la civilización y el imperialismo (también, en nombre del la libertad y la civilización) ha levantado polvo, gritos y lágrimas en este país. Sigue leyendo

#Cuba La unidad de un pueblo y la voluntad de un hombre. #PatriaOMuerte

La unidad de un pueblo y la voluntad de un hombre

Guerra del 95 o “Guerra Necesaria”:Concebida por José Martí para terminar la obra inconclusa de independizar a Cuba de España.

Estalló el 24 de febrero de 1895. En ella combatieron los principales jefes del Ejército Libertador que habían luchado en la Guerra de los Diez Años y nuevas generaciones de revolucionarios. Finalizó a mediados de 1898, con la independencia de Cuba frustrada por la intervención de Estados Unidos en el conflicto cuando ya España había sido prácticamente derrotada por las fuerzas insurrectas cubanas. Sigue leyendo

Fidel

 

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Guerrillero Fidel;
Comandante Fidel;
Invicto, eterno, indestructible Fidel:
¿Cómo se atreve el Imperio
a pensar que ya estás muerto?
¿Es que no te ven despierto
en la cima del Turquino?
¿Cómo creen que tu destino
fuera la piedra infecunda?
¿No saben que te circunda
el amor de todo un pueblo?
Te odian porque conocen
el valor de tu presencia
les duele ver que tu esencia
está viva en cada aurora.

Piensan que llegó la hora
de arrasar todo tu ejemplo,
de hacer trizas ese templo
de la Cuba que te adora.
No saben que cuando un niño
repite ¡Yo soy Fidel!
el Moncada va con él,
montado en el yate Granma.
¡Yo soy Fidel es el magma
de un volcán que ardió en la Sierra,
es un llamado a la guerra
contra el odio en nuestra casa.
Cuando la infamia amenaza
alejados de ese abismo
que causa la desmemoria.

Tu eres luz, eres la historia
pletórica de virtudes;
vives aquí, no lo dudes,
comandando la esperanza.
Llevas en ristre tu lanza,
y bien calado el escudo;
contra ti, nada se pudo;
ni podrán, te lo juramos.
Fidel por ti trabajamos
en la fragua del presente
¿quién dijo que estas ausente?
Tu eres escuela, hospital;
fábrica, caña, caudal
de cultura y de valores;
eres paz de agricultores
y amor para regalar.

Te miro en cada lugar
donde la verdad se mece,
donde tu verde estremece
la injusticia de el bloqueo.
Así es como yo te veo:
firme, fuerte, victorioso;
formidable y poderoso
cabalgando hacia el futuro.

Ese es Fidel, libre y puro,
caudal de Revolución;
es palabra hecha canción
para espantar el desprecio.
Fidel es pagar el precio
de la patria soberana,
es gritar: me da la gana
de vivir sin tener dueño.
Es continuar este sueño
construido por millones,
por miles de corazones
que gritan ¡Viva Fidel!
tu voz se escucha perfecta
¡Patria o muerte, Venceremos!
Fidel: por ti seguiremos
construyendo el socialismo.

Tomado de Radio Florida.

Razones históricas de un festejo juvenil

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La ocasión fue propicia para entregar la medalla Abel Santamaría, otorgada por el Consejo de Estado a Ángel Almanza Lazo, campesino de la Cooperativa de Créditos y Servicio La Escalante. Fotos: Rodolfo Blanco Cué/ACN

Guáimaro, Camagüey, 4 abr.- Exactamente a siete días del 10 de abril, justo en el mismo lugar donde en 1869 los representantes se dieron cita para, a solo seis meses de iniciada la Guerra de los Diez Años, desarrollar una Asamblea Constituyente, hoy juristas y estudiantes de Derecho, acompañados por jóvenes de los diversos sectores del territorio, homenajearon a aquellos adelantados a su época, a pocas horas de arribar la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) a sus 58 años.

“Nunca se puede perder la historia, esa es nuestra esencia, la que nos trajo aquí y tuvo en Guáimaro un momento crucial porque aquí surgió la primera Constitución de Cuba. Una historia que los cubanos ratificamos al decir Sí a una nueva Carta Magna que tiene esos mismos principios históricos, dijo a Adelante Digital Sucely Morfa González, primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas.

“El mensaje es el mismo que venimos dando desde hace años, sigamos adelante porque nuestra juventud es de presente y de futuro. Estamos contribuyendo a nuestro país y a perfeccionar la obra legada, estamos desarrollando las bases económicas y fundamentos políticos de la nación y eso lo vemos expresado en los jóvenes de todos los sectores, estamos claros de que somos parte activa del momento histórico que nos ha tocado vivir”, añadió la también miembro del Consejo de Estado de la República de Cuba.

En la conmemoración el Buró Nacional de la UJC entregó la Bandera de Honor de la organización a la Fábrica de Quesos Taíno por los resultados integrales de la industria. Además, la ocasión fue propicia para entregar la medalla Abel Santamaría, otorgada por el Consejo de Estado a jóvenes destacados en quehacer profesional y como militante, a Ángel Almanza Lazo, campesino de la Cooperativa de Créditos y Servicio “La Escalante”.

A nombre de los jóvenes juristas Maité Echevarría Frómeta, fiscal municipal de Guáimaro, ratificó el compromiso de hacer cumplir la nueva Carta Magna, “que nos ratifica como un Estado Socialista de Derechos”. Además, condenó las amenazas de aplicación del Título III de la Ley Helms Burton y las arremetidas imperialistas contra la República Bolivariana de Venezuela.

Mañana, día cuatro, al amanecer, desde el sitio histórico de Birán, lugar emblemático para la Historia de Cuba por ser cuna de Fidel y Raúl Castro, se desarrollará el Acto Nacional por la efeméride de la juventud cubana y espacio especial para lanzar la convocatoria al onceno Congreso de la organización previsto a desarrollarse en abril del 2020. (Adelante)

Evocación, un libro dedicado al Che

Se han escrito muchos libros sobre Ernesto Guevara de la Serna, pero ninguno contiene tanta ternura concentrada como Evocación, mi vida junto al Che, de Aleida March, Ediciones Unión, 2008, 222 pp.

La fenomenología de la memoria, su hermenéutica, nos pone ante el recuerdo como algo que volvemos a vivir, a la vez que nos acordamos de nosotros mismos. Un mexicano muy sabio, Alfonso Reyes, decía a propósito de la literatura: “el título es la marca del texto”, y desde esa marca, este libro hace referencia a dos personas, el recordado y quien lo recuerda, ese alguien que ha estado ahí, durante años, que ascendió en la escala parnasiana en vida y que después de su asesinato es la imagen más difundida en el mundo.

Desde la memoria, Evocación, cuenta a los lectores y a los seres queridos, la vida sobre alguien a quien se ama, y el sino de su autora es revelarnos al hombre en su completa humanidad, las facetas menos conocidas de una persona que aún desde la inmortalidad aparece como un ser de una ternura feroz, que conjuga el arte de hacer gobierno con el de ser constructor de una nueva sociedad, padre, esposo y amigo; nada perfecto ni sobrehumano, sino en su justa dimensión de hombre.

Alentada por amigos, Aleida March se decidió, más de 40 años después de que el Che fuera asesinado, a contar unos recuerdos celosamente guardados para sí; no pretenden cambiar la biografía de Ernesto Guevara de la Serna, develan el espíritu en un recuento único de la persona que quizás supo más de las satisfacciones y sinsabores de aquel hombre que pasa a la historia como un ícono, y para el que la Revolución fue siempre lo primero.

Aleida March (Manicaragua, 1936) estudió Pedagogía en la Universidad Central de Las Villas, antes de subir a la Sierra, y se licenció en Historia en la Universidad de La Habana después del triunfo de la Revolución. En 1956 ingresó en el Movimiento 26 de Julio, y un año después llegó a ser mensajera del responsable de la organización rebelde en la provincia de Las Villas, con fama de intrépida y corajuda. En 1959 contrajo matrimonio con Ernesto Guevara, de quien fue secretaria en el Ministerio de Industrias y en la presidencia del Banco Nacional; fue la secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas, que contribuyó a fundar con Vilma Espín como presidenta, diputada y funcionaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, investigadora del Centro de Estudios de América y, con paciente y lúcido esfuerzo creó el “Centro de Estudios Che Guevara” donde cuenta con la colaboración de sus hijos y la insustituible María del Carmen Ariet.

Este libro era una obligación de la autora para con ella misma, con sus hijos y con los hombres de buena voluntad del mundo; una historia de amor, el descubrimiento y desarrollo de dos seres que juntos construyeron una familia, al tiempo que trataron de ser pilares de una nueva sociedad y, evocando al Che, la autora nos acerca al ser humano de todos los días, para dejar al arquetipo en la distancia.

Contando algunos pormenores de su vida, la Aleida nos presenta a Ernesto Guevara, ya el Che cuando lo conoció, y nos obsequia un texto que se agradece en todos los sentidos, porque nos aclara y da luz sobre el proceso de cómo se vieron y cómo vencieron su timidez, ambos, para estar juntos.

La vida es un privilegio fabuloso, lo es también el amor y la amistad, y este texto hace caer por tierra toda la patraña que se ha vertido acerca de las relaciones y los sentimientos que unían al guerrillero argentino-cubano y a Fidel Castro.

Nunca un hombre fue más fuerte ni más grande, ni más tierno a la vez que al pedir a su amada: “Ayúdame ahora, Aleida, sé fuerte…”, de la fuerza de ella saldría la de él, y esa ayuda tendría que venir sin palabras escritas, sin llamadas telefónicas, desde la imaginación y desde la distancia, en la idea de soñar a los hijos y a la amada, llegaría del recuerdo del amor, de los momentos e ideales compartidos, de ver el sol, el cielo, la luna y las estrellas o de la tierra, que en su seno profundo contiene los minerales que une a la América continental con la insular, cosas que en esas condiciones son las únicas que aproximan.

Recuerdo un día de octubre de 1987, salimos en tren desde La Habana hacia Santa Clara para hacer una jornada de trabajo voluntario en la construcción de la plaza-memorial que diez años después acogería sus restos mortales y los de sus “compañeros heroicos del destacamento de refuerzo”; en el vagón iban sus hijos, sus compañeras y compañeros de la columna invasora y del Ministerio de Industrias y algunos de sus descendientes —yo y mis hermanos convocados por su amigo y colaborador Miguel Ángel Duque de Estrada.

Toda la noche viajamos y todo el día trabajamos de sol a sol, entre chanzas y risas, entre anécdotas e historias, y entre nosotros, como una más, estaba Aleida. Nadie tenía por entonces la más mínima idea que allí el guerrero descansaría, junto al pañuelo de gasa, “Leal hasta la muerte”, junto al pueblo que hizo suyo, donde libró una de sus más afamadas batallas y donde la autora de este testimonio especial, lo amó.

Por eso, frente a la estatua en la que lo han querido convertir y que se merece, frente a las consignas repetidas, a veces en demasía, Aleida March nos rescata al Che de la inmensidad etérea para traerlo junto a nosotros, corpóreo nuevamente, lo posa en la tierra que pisamos todos los días para que le dé el sol y sude como el más común de los mortales y ella nos invita a refrendar sus palabras: “recuérdenme de vez en cuando”.

 (Tomado de Cubadebate)

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