
Nuestros jóvenes, los jóvenes cubanos tienen un derecho muy grande a todo el cariño del pueblo, a la admiración del pueblo, al respeto del pueblo. Nuestros jóvenes, los jóvenes cubanos tienen muchas razones para sentirse orgullosos, tienen muchas razones para sentirse satisfechos.
¿Por qué miramos con admiración a los jóvenes?, ¿por qué miramos con cariño a los jóvenes? Miramos con admiración y con cariño a los jóvenes porque los jóvenes han hecho mucho por esta Revolución nuestra (APLAUSOS), porque los jóvenes han escrito páginas de heroísmo muy grande en esta Revolución nuestra; porque los jóvenes nos han dado sobradas razones en todos los órdenes para tener fe en los jóvenes. Por todo lo que han hecho los jóvenes, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra patria, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra Revolución, es por lo que nosotros creemos en los jóvenes, creemos en los jóvenes, creemos en los jóvenes —y lo repito— porque creer en los jóvenes significa una actitud, creer en los jóvenes significa un pensamiento.
Creer en los jóvenes determina una conducta, y la conducta de nosotros, dirigentes revolucionarios, no sería la misma; si no tuviésemos fe en los jóvenes, si no creyésemos en los jóvenes, nuestra conducta y nuestra actitud sería distinta; nuestro trabajo con los jóvenes sería distinto y los resultados, de no creer o de creer, serían también muy distintos.
Es necesario que creamos en los jóvenes. Creer en los jóvenes no es ver en los jóvenes a la parte del pueblo simplemente entusiasta; no es ver en los jóvenes a aquella parte del pueblo entusiasta pero irreflexiva; llena de energía, pero incapaz, sin experiencia. Creer en los jóvenes no es ver a los jóvenes simplemente con ese desdén con que muchas veces las personas adultas miran hacia la juventud.
Creer en los jóvenes es ver en ellos además de entusiasmo, capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor a la patria, fe en la patria! (APLAUSOS), ¡amor a la Revolución, fe en la Revolución, confianza en sí mismos!, convicción profunda de que la juventud puede, de que la juventud es capaz, convicción profunda de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas.
Creer en la juventud es ver en la juventud la mejor materia prima de la patria, la mejor materia prima de la juventud, de la Revolución; creer en la juventud es mirar todo lo que nuestra juventud puede hacer; es ver en esa juventud los dignos continuadores de la obra revolucionaria; es ver en la juventud a mejores continuadores o constructores de la obra revolucionaria mejores todavía que nosotros mismos.
Creer en la juventud es ver en ellos la generación del mañana, una generación mejor que nuestra propia generación, una generación con muchas más virtudes y muchos menos defectos que las virtudes y los defectos de nuestra propia generación.
Porque creemos en los jóvenes, es porque tenemos una determinada actitud ante los jóvenes. Pero es que los jóvenes de nuestro país se han ganado esa fe; los jóvenes de nuestro país se han ganado ese derecho a nuestra admiración.
Nuestra juventud, en la lucha contra la tiranía dio todo su esfuerzo; nuestra juventud rindió, en aras de la Revolución y de la patria, un altísimo tributo de sacrificio, de sangre y de vida. La historia de la Revolución, la historia de la lucha del pueblo contra la tiranía, está escrita con la lista interminable de jóvenes que cayeron en esa lucha, está escrita con la lista interminable de los que murieron (APLAUSOS), interminable lista de héroes, interminable lista de combatientes que cayeron, luchando frente a los opresores, en las ciudades, en los campos, en las montañas y en todos los frentes de batalla.
Pero, esa misma juventud no solo escribió páginas de heroísmo en la lucha contra los opresores y por la conquista del poder, sino que ya en el poder la Revolución nuestros jóvenes han escrito páginas igualmente brillantes y heroicas en la lucha defendiendo a la patria frente al imperialismo y en la lucha por llevar adelante la Revolución.
Fueron jóvenes los que se inscribieron en los contingentes de maestros para ir a enseñar a las escuelas de las montañas; fue un joven, Conrado Benítez (APLAUSOS), el primer mártir en la lucha contra la incultura; y fue otro joven, Manuel Ascunce (APLAUSOS), quien diera su vida heroicamente frente a las bandas del imperialismo durante la Campaña de Alfabetización.
Nuestros jóvenes se han distinguido singularmente en la defensa de la patria. Fueron jóvenes de 15 a 20 años nuestros artilleros antiaéreos (APLAUSOS), que con tan extraordinario valor se enfrentaron a los aviones enemigos; fueron igualmente jóvenes nuestros artilleros antitanques (APLAUSOS). Y de nuevo, en los combates por defender la Revolución de los ataques del imperialismo, los jóvenes pagaron también un alto tributo de vidas. Pero no solo en el combate, no solo en la guerra, sino también que nuestros jóvenes en las tareas pacíficas, en la obra creadora de la Revolución, han escrito también una de las tareas más gloriosas, cual fue su aporte de 100 000 brigadistas para erradicar en un año el analfabetismo en nuestra patria (APLAUSOS).
¡¿Y qué página más hermosa que ésta, qué tarea más útil que ésta?!: el hecho de que 100 000 jóvenes cubanos, en un país relativamente pequeño, hayan respondido al llamamiento y se hayan marchado a las montañas, y hayan permanecido allí durante largos meses, y hayan cumplido la tarea que se les encomendó, y que justifica todo el prestigio de nuestra juventud y toda la fe que nosotros tenemos en nuestros jóvenes.
Hemos querido señalar estos hechos, porque necesitamos que la juventud cubana sea consciente de esto, necesitamos que la juventud cubana tenga una gran fe en sí misma y que la juventud cubana tenga una gran conciencia de su extraordinaria responsabilidad. Todo lo que hemos dicho no significa sino que tenemos una gran juventud, que tenemos una gran materia prima, que sobre esa base, sobre esa materia prima ha de trabajar la Revolución.
La Revolución necesita que cada joven tenga en sí mismo una gran confianza, la Revolución necesita que cada joven tenga en sí mismo un alto sentido de la responsabilidad, la Revolución necesita que cada joven tenga un alto nivel de preparación política, que cada joven encierre un gran entusiasmo, que cada joven trate de forjarse un carácter, que cada joven trate de hacer de sí mismo un gran revolucionario. Con todas esas virtudes, con todas esas características de nuestra juventud, debemos trabajar.
Tonado del DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO Y PRIMER SECRETARIO DE LAS ORI, EN LA CLAUSURA DEL CONGRESO DE LA ASOCIACION DE JOVENES REBELDES, EN EL STADIUM LATINOAMERICANO, EL 4 DE ABRIL DE 1962.
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